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Covid-19: puede afectar el parto?
Los datos disponibles nos sugieren que el virus proviene de algunos animales, y que muy recientemente ha colonizado la especie humana, por lo que no disponemos actualmente de información suficiente sobre los efectos específicos durante el embarazo, parto y puerperio.
Es prioritario tener siempre presente la forma de transmisión del SARS-COV2 (el virus que causa la enfermedad conocida como COVID-19). Esta transmisión se produce a través de microgotitas de saliva expulsadas durante la conversación – sobre todo, en voz muy alta – y, fundamentalmente, durante la tos y los estornudos. De esta manera, se proyectan pequeñas gotitas de saliva y/o secreciones nasales a una distancia no superior al metro y medio de distancia, de ahí la distancia de seguridad establecida en 2 metros. Estas proyecciones “transportan” los virus sobre nuestro rostro, pueden ser aspirados directamente con los movimientos respiratorios o depositarse en la piel de la cara o introducirse a través de los ojos. Estas gotitas infectadas con virus también pueden quedar depositadas en superficies tales como mesas, teléfonos, teclados de ordenador, ratones, incluida la ropa, permaneciendo infectantes un tiempo que varía según la superficie de que se trate y de otros factores como la temperatura y grado de humedad. De esta manera, al tocar una superficie contaminada, o nuestra propia cara, estamos llevando los virus en las manos, y cuando nos tocamos la cara, lo cual hacemos muy frecuentemente a lo largo del día, nos lo introducimos en el organismo y comienza la infección.
También es posible la infección a través de situaciones que generan aerosoles (turbinas odontológicas, momento de la intubación endotraqueal en anestesia general, etc). Los aerosoles permanecen “flotando“ en el aire un tiempo relativamente prolongado, formando una “nube” invisible que puede ser infectante. De lo anterior, surgen las medidas imprescindibles que hemos de seguir para evitar que el SARS COV2 penetre en nuestro organismo y nos infecte: uso de mascarillas de distinto tipo (quirúrgicas o con filtros de partículas -FP2, FP3-, según la actividad de exposición), el lavado frecuente y adecuado de manos con agua y jabón, el uso de guantes, pantallas protectoras, batas o limpieza frecuente de superficies susceptibles de estar contaminadas.
Según los datos conocidos actualmente, el virus no está presente en secreciones vaginales, líquido amniótico, orina y leche materna. La propagación a través de heces contaminadas podría ser posible, pero esta vía es mucho menos importante.
La gestación produce una serie de cambios en el sistema inmunológico y en el funcionamiento de órganos y sistemas, lo que inicialmente confiere una mayor tendencia a complicaciones en infecciones respiratorias víricas. No obstante, las embarazadas no parecen tener una mayor susceptibilidad de contraer la infección, ni para presentar complicaciones graves. También hay que tener en cuenta la presencia de otros estados patológicos previos en la gestante, que puedan agravar el cuadro de la infección viral, por ejemplo hipertensión arterial, preeclampsia, diabetes mellitus previa, enfermedades cardiopulmonares, insuficiencia renal, pacientes inmunodeprimidas (trasplantadas, infección por VIH, tratamiento prolongado con corticoides).
La información actual no sugiere un mayor riesgo de aborto. En caso de contraer la infección durante el tercer trimestre se ha descrito una ligera tendencia al parto prematuro. La gran mayoría de gestantes tiene una enfermedad leve, similar a un proceso gripal, pero aproximadamente un 20% evoluciona a formas severas, con infección respiratoria grave, alteraciones cardíacas, de la coagulación, etc.
¿Hay transmisión materno-fetal?
Respecto a la transmisión materno fetal, no existe evidencia clara de que sea posible, y si la hubiere, sería infrecuente. Por ello es muy poco probable que se produzcan defectos congénitos.
El contagio puede ocurrir en cualquier momento del embarazo, por lo que seguirá su curso clínico. La mayoría será leve, por lo que debe hacerse un seguimiento ambulatorio, con visitas telefónicas frecuentes para valorar la evolución y, en caso de surgir criterios de empeoramiento, se procederá a su ingreso valorando unos criterios de gravedad establecidos. También puede ocurrir la necesidad de ingreso por causa propia del embarazo (amenaza de parto prematuro, preeclampsia, rotura de membranas, etc).
Una vez superado el cuadro clínico de la infección, sin mediar otras causas de ingreso, se continuará la gestación de forma ambulatoria, siguiendo unos controles establecidos en los protocolos correspondientes. En caso de infección en el tercer trimestre, no existe indicación de finalizar el embarazo por causa del coronavirus, a menos que el estado clínico grave de la paciente así lo aconseje. La vía de elección será la vaginal, pudiendo beneficiarse de la analgesia epidural.
Para evitar la infección del recién nacido, es necesario el aislamiento de contacto y gotas del mismo. Puede estar ingresado en la misma habitación (con mascarilla la madre) y a 2 metros de distancia.
Siguiendo las recomendaciones de la mayoría de sociedades científicas, incluida la Organización Mundial de la Salud, si el estado materno y neonatal lo permiten, se promoverá la lactancia materna – incluido el periodo de riesgo infeccioso -, con estrictas medidas de aislamiento (uso de mascarilla quirúrgica, lavado correcto de manos antes y después del contacto con el recién nacido, limpieza de la piel a nivel mamario y de las superficies que hayan estado en contacto).
Una alternativa válida puede ser la extracción de leche con extractor propio con estrictas medidas de higiene. La leche materna es administrada al recién nacido por un familiar no considerado contacto. En el caso de infección postparto con lactancia establecida, se permite continuar amamantando, pero siempre aplicando las estrictas medidas preventivas de transmisión respiratoria.
Dr. Gustavo Legaz Isaía
Especialista en Ginecología y Obstetricia