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17 de Febrero de 2016

Cómo elegir un colchón para el bebé

Desde que nacemos, el descanso es fundamental, ya que ayuda al correcto desarrollo físico e intelectual. Más adelante, el sueño marcará aspectos tan importantes como la conducta, el rendimiento escolar, el crecimiento e, incluso, la predisposición al sobrepeso o a la obesidad infantil.

Cómo elegir un colchón para el bebé

Los bebés presentan fases de sueño reconocibles desde que el feto tiene siete meses de gestación y, por lo tanto, se cree que los hábitos de sueño de la madre y su estilo de vida podrían afectar a la calidad del sueño del bebé incluso antes de nacer.

Los primeros meses de vida los bebés duermen aproximadamente entre 14 y 15 horas al día, y a los dos años el 95% de los niños duermen más de 12 horas diarias. Por eso, es muy importante escoger correctamente el lugar donde tendrá que dormir nuestro hijo/a.

Durante los primeros meses de vida los expertos aconsejan mantener el bebé cerca de los padres por el riesgo del síndrome de la muerte repentina, en un capazo o mini cuna fácilmente transportable para poder tener el bebé siempre a la vista.

A partir del quinto mes de vida el bebé ya tendrá más movilidad y se hará imprescindible dejar de utilizar los capazos y las min cunas por una cuestión de seguridad, puesto que el bebé podría incorporarse utilizando la mantilla de la mini cuna y caer. El bebé, pues, pasará a dormir en una cuna.

El colchón y el somier tienen que ser silenciosos, ligeros y establos, y no se aconseja colocar elementos musicales ni iluminación, puesto que pueden provocar insomnio. Tiene que encajar correctamente en la base en la cuna, cesta o mini cuna, porque el bebé podría quedar atrapado y asfixiarse. También se recomienda un colchón cómodo que aporte la firmeza suficiente para evitar el riesgo de muerte repentina del lactante o las broncoaspiracions por reflujo. Esto significa que tiene que tener una cierta dureza y, a la vez, tiene que ser adaptable. Es decir, tiene que evitar que el bebé se hunda y tiene que ser capaz de adaptarse al cuerpo del bebé.

También es importante elegir una base firme que distribuya de forma homogénea el peso del bebé para evitar el riesgo de plagiocefalia postural durante los primeros meses de vida. Asimismo, es importante que el colchón sea capaz de disipar el calor sobrante porque no es bueno que los bebés pasen excesivo calor o se enfríen de manera brusca. Hay que recordar que su sistema termorregulador todavía es inmaduro y este factor se asocia al riesgo de muerte repentina.

Se tienen que descartar colchones con una composición que no permita la circulación libre de aire. Hay estudios que han demostrado que el riesgo de muerte repentina baja drásticamente cuando el aire de la cuna del bebé mantiene una ventilación idónea, evitando así la reinspiración de su propio anhídrico carbónico.

También se aconseja que estén fabricados con materiales lo más higiénicos posible porque se ensucian a menudo, ya sea de pipí, babas o, simplemente, de millones de ácaros.

Las hamacas o gandulas son elementos que tienen que utilizarse con moderación, puesto que si abusamos pueden dificultar el correcto desarrollo de la columna vertebral. Cuando nacemos tenemos una única curvatura (cifosis) y poco a poco tenemos que desarrollar 4 curvas, dos lordosis y una cifosis. En este caso, las hamacas dificultan la formación de la curva lumbar y cervical.

Marta Andreu
Fisioterapeuta